Publicación mensual de 130 páginas. La liturgia del mes, los Evangelios comentados, artículos de reflexión y más…
ORAR POR TODOS
Para comprender y rezar mejor la «oración del Señor».
San Cipriano enseña que en el «Padre nuestro» se da al cristiano precisamente, el modo correcto de orar, y subraya que esa oración está en plural, «para que quien reza no ore únicamente por sí mismo. Nuestra oración -escribe- es pública y comunitaria; y, cuando rezamos, no oramos por uno solo, sino por todo el pueblo, porque junto con todo el pueblo somos uno».
De esta forma, oración personal y litúrgica, se presentan estrechamente unidas entre sí. Su unidad proviene del hecho de que responden a la misma palabra de Dios. Los cristianos no decimos «Padre mío», sino «Padre nuestro», incluso en lo más secreto de nuestra habitación.
Es oración confidencial e íntima orar a Dios con lo que es Suyo, elevar hasta Sus oídos la oración de Cristo. Que el Padre reconozca las palabras de su Hijo en nuestra oración: el que habita en lo más íntimo del alma debe estar presente también en la voz… Además, cuando se reza, hay que tener un modo de hablar y orar que, con disciplina, mantenga la calma y la reserva. Pensemos que estamos en la presencia de Dios. Debemos ser gratos a los Ojos divinos tanto con la postura del cuerpo como con el tono de voz, sin hacer con mucha palabrería una petición que más bien debemos elevar a Dios con moderación, porque Dios no escucha la voz sino el corazón (non vocis sed cordis auditor est)« (ib., 3-4). La oración «es obra del corazón, no de los labios, porque Dios no mira las palabras sino el corazón del que ora»
(La diadema de los monjes, 1).